domingo, julio 20, 2008

Pequeño comentario sobre 2666


Hace mucho tiempo que no publico nada en el blog, la universidad quita demasiado tiempo y, sobre todo, inspiración. Cada vez que llegan vacaciones no dudo en agarrar el libro que me sigue en mi inagotable - y espero que eso siga por bastante tiempo - lista de espera, tanto literaria como cinematográfica, y, como espero que pase, mi mente afloja un poco los límites rectangulares creados a lo largo del semestre y me llegan las ganas - y valentía - para escribir algo decente y digno de leer.
En fin, es el turno de 2666, novela inagotable y ampliamente reseñada en línea, por lo cual no haré ningún intento de resumen porque seguro abarcaría demasiadas líneas, tiempo y dedicación (en esta página pueden hacerse una buena idea: http://www.bifurcaciones.cl/005/2666.htm).
Y es que, tras terminarla ayer – cosa que durante un tiempo pensé que sería algo bastante difícil por su extensión – me dejo esa sensación de estupor, de por qué chucha se acaba, que me deja todo buen libro a mi parecer, y algo más, algo que la portada resumen perfectamente y creo que cualquiera persona sentiría si se pusiera en el lugar del que está sentado en esa silla, y es el sentimiento de soledad, desesperanza, podredumbre y sequedad que se van adentrando a lo largo de las páginas, como si la arena del desierto fuera cubriendo el libro, el suelo y luego la pieza para pasar a llenar tus venas sin piedad alguna. Y es que cada personaje está perfectamente dibujado a trazos firmes, de manera más que creíble y una red de personas que podría encontrarse en cualquier parte del mundo, haciendo que esta novela de 1119 páginas sea lo mismo que una novela eterna, algo parecido a lo que dice un personaje al “final” del libro: “Yo no me moriré nunca (… ). O moriré a los noventaicinco años, que es lo mismo que no morirse nunca.”, y nos vaya llevando de la mano, a tirones, de forma obligada de no soltar el libro aunque lo dejes un buen tiempo, por la vida de todas estas personas tocadas por la ciudad de Santa Teresa y su amplia historia de femicidios, por lo demás todos ellos verídicos por desgracia, en un número francamente inexplicable, que no es otra cosa que una enfermedad de puta venérea que se transmite de manera instantánea a todo con quien tenga contacto, llevándolo en un espiral vertiginoso y sin retorno a la destrucción de sus vidas, como si fuera un hoyo negro que se traga todo hálito de esperanza y alegría, y si no se está precavido al del lector, de manera inagotable hasta el fin de sus días, logrando transmitir dicho sentimiento con toda entereza.
A fin de cuentas, no es una novela recomendable para gente que esté en un estado depresivo ni nada por el estilo, porque lo más seguro, aunque esperando que sea el efecto contrario, saldrá cabizbajo y con la mirada ausente; pero si uno no lo está, no me queda otra cosa que recomendarles esta lectura, que se armen de valentía para afrontar unas inagotables páginas de magistral narración y osadía, no mucha gente en estos tiempos tiene los cojones - y capacidad - de escribir una novela de tal magnitud, de placer y perturbación, de dicha y desdicha y una amplia y completa gama de emociones, y, aunque no lleguen hasta el final, será un historia que los dejará absolutamente todo menos indiferente ante una realidad tan lúgubre, y por desgracia demasiadas veces real, que el texto nos entrega.

2 Comments:

At julio 30, 2008 9:03 p. m., Anonymous Anónimo said...

Pucha, en verdad no sé que tipo comentario medianamente inteligente podré escribir, pero de la única cosa de que estoy completamente segura es que siempre te he querido y siempre lo haré y, por lo tanto, sabré esperar. Eres Genial.

Un beso.

Alguien.

 
At octubre 07, 2008 9:58 p. m., Anonymous Anónimo said...

El tiene polola.... No seas tan descarada...


Un pico

Alguien

 

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