martes, diciembre 30, 2008

Edvin Marton - Stradivarius

A pedido de Joaquin subo este disco, del violinista que escuchamos el fin de semana antepasado, y que cada vez que lo he mostrado me ha tocado escucharlo 10 veces más, y esta vez no fue la excepción.

Link: Edvin Marton - Stradivarius

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martes, octubre 07, 2008

Nuevo descubrimiento Musical.


Una vez más gracias al "blog de aportes" esquizofónico encuentro un nuevo artista, relajado, de mi interes: Billie the Vision & The dancers - al final de la entrada un link a su página - banda independiente de orígen sueco con 4 discos editados bajo su propio sello: "Love will pay the Bills"; lo que hace ver de manera inmediata el caracter jocosos de esta banda. Y es la falta de pretensión e intensiones de impresionar con una música compleja la que me ha cautivado, con su simplesa, alegria y humor, llenando su disco de referencias a lo que, por el momento creo, son personajes ficticios llamados Pablo y Lily.
En fin, les dejo el link al disco que mas me ha gustado de ellos, y los pueden descargar pagados, o gratis - si es que son pobres igual que ellos, segun dice en su página:
The World According to Pablo

PD1: El link del disco fue sacado del blog anteriormente sitado.
PD2: Su página es la siguiente: http://www.billiethevision.com
PD3: Alguna vez debería descubrir música con posibilidades de verlas aca en Chilito no?
PD4: Ya me baje todos los discos xD, son todos buenos y ligeros, muy agradables.

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miércoles, septiembre 24, 2008

Libros de Utillidad Pública

Aca van unos libros útiles para el 4 semestre:
Nuevamente edito la entrada para agregar los libros que paso Calle hoy en la ayudantia

Feyman


C on este programa pueden leer el rice

Nota: TODOS los libros se encuentran en INGLES.
Nota2: El rice necesita un lector especial, djvu viewer o reader.
Nota3: Cengel sólo con formulas, lo principal.

domingo, julio 20, 2008

Pequeño comentario sobre 2666


Hace mucho tiempo que no publico nada en el blog, la universidad quita demasiado tiempo y, sobre todo, inspiración. Cada vez que llegan vacaciones no dudo en agarrar el libro que me sigue en mi inagotable - y espero que eso siga por bastante tiempo - lista de espera, tanto literaria como cinematográfica, y, como espero que pase, mi mente afloja un poco los límites rectangulares creados a lo largo del semestre y me llegan las ganas - y valentía - para escribir algo decente y digno de leer.
En fin, es el turno de 2666, novela inagotable y ampliamente reseñada en línea, por lo cual no haré ningún intento de resumen porque seguro abarcaría demasiadas líneas, tiempo y dedicación (en esta página pueden hacerse una buena idea: http://www.bifurcaciones.cl/005/2666.htm).
Y es que, tras terminarla ayer – cosa que durante un tiempo pensé que sería algo bastante difícil por su extensión – me dejo esa sensación de estupor, de por qué chucha se acaba, que me deja todo buen libro a mi parecer, y algo más, algo que la portada resumen perfectamente y creo que cualquiera persona sentiría si se pusiera en el lugar del que está sentado en esa silla, y es el sentimiento de soledad, desesperanza, podredumbre y sequedad que se van adentrando a lo largo de las páginas, como si la arena del desierto fuera cubriendo el libro, el suelo y luego la pieza para pasar a llenar tus venas sin piedad alguna. Y es que cada personaje está perfectamente dibujado a trazos firmes, de manera más que creíble y una red de personas que podría encontrarse en cualquier parte del mundo, haciendo que esta novela de 1119 páginas sea lo mismo que una novela eterna, algo parecido a lo que dice un personaje al “final” del libro: “Yo no me moriré nunca (… ). O moriré a los noventaicinco años, que es lo mismo que no morirse nunca.”, y nos vaya llevando de la mano, a tirones, de forma obligada de no soltar el libro aunque lo dejes un buen tiempo, por la vida de todas estas personas tocadas por la ciudad de Santa Teresa y su amplia historia de femicidios, por lo demás todos ellos verídicos por desgracia, en un número francamente inexplicable, que no es otra cosa que una enfermedad de puta venérea que se transmite de manera instantánea a todo con quien tenga contacto, llevándolo en un espiral vertiginoso y sin retorno a la destrucción de sus vidas, como si fuera un hoyo negro que se traga todo hálito de esperanza y alegría, y si no se está precavido al del lector, de manera inagotable hasta el fin de sus días, logrando transmitir dicho sentimiento con toda entereza.
A fin de cuentas, no es una novela recomendable para gente que esté en un estado depresivo ni nada por el estilo, porque lo más seguro, aunque esperando que sea el efecto contrario, saldrá cabizbajo y con la mirada ausente; pero si uno no lo está, no me queda otra cosa que recomendarles esta lectura, que se armen de valentía para afrontar unas inagotables páginas de magistral narración y osadía, no mucha gente en estos tiempos tiene los cojones - y capacidad - de escribir una novela de tal magnitud, de placer y perturbación, de dicha y desdicha y una amplia y completa gama de emociones, y, aunque no lleguen hasta el final, será un historia que los dejará absolutamente todo menos indiferente ante una realidad tan lúgubre, y por desgracia demasiadas veces real, que el texto nos entrega.

lunes, mayo 28, 2007

Dulces Sueño

He tenido un poco botado el blog, la u come demasido tiempo. Así que subo este cuento que escribí en el verano. Enjoy

Dulces Sueños
Ulises Lima

Este cuento esta dedicado
a mi niñita que vive en ellos


Se despertó un día como cualquier otro. Su mamá gritándole, la lámpara en el rostro y el día estaba nublado, tal cual hace un año, a la misma fecha y a la misma hora.
Con lagañas en los ojos que sus dedos no pudieron sacar, se dirigió palpando las paredes en un camino que aún no conseguía memorizar – se habían mudado hace dos días – evadiendo cajas hasta que chocó contra el marco de la puerta del baño. Se desvistió con el dolor de su almas – de sus pechos para ser más preciso – y se metió la ducha con la ilusión de reconfortarse con la cálida agua que sacaría el moho de su sangre, despegaría sus párpados y vería nuevamente esa plácida realidad. Pero no fue así, abrió el agua y un frío glacial invadió su cuerpo ahogándole el grito que lanzaría treinta segundos más tarde al quemarse con el agua caliente. Al templarla logró desenmohecer su sangre, desoxidar sus huesos y abrir sus ojos. Reconfortada salió de la ducha, se miró con satisfacción al espejo al ver que la dieta estaba empezando a funcionar y las curvas – deseadas – aparecer.
Jubilosa se secó auto-seduciéndose con un libido por saciar. Se vistió y bajó a tomar su desayuno: yogur con cereales y dos tostadas con mantequilla. Se despidió y salió a tomar la micro.
Al subirse se encontró con Javier, sentando donde siempre. Comenzaron a conversar trivialmente cuando ella notó algo en sus labios: con cada palabra producida sus labios sufrían deformaciones milimétricas cada vez más perceptible a la vez que se iban dibujándose con un aura fantasmagórico en el aire.
Siguió conversando como si no lo notara hasta que la forma de su hablante se transformo en algo inclasificable y el aire estaba viciado de palabras. Con fuerzas se paró cortando el aire con el cuchillo del almuerzo cuando el autobús chocó.

Se despertó un día como cualquier otro. Su mamá gritándole, la lámpara en el rostro y el día estaba nublado, tal cual hace un año, a la misma fecha y a la misma hora.
Bajó las escaleras conociéndose el camino de memoria, con lagañas en los ojos y se metió a la ducha deseando que pronto pudieran arreglar la suya y el calefón. Se salió rápidamente al ver que la presión de agua empezaba a declinar y observó su cuerpo más delgado de lo que nunca antes había estado, más de lo que cualquiera hubiera deseado. Se vistió con la ropa del lunes, que era también la del martes y del miércoles, y descubrió otro hoyo más. Buscó hilo en el cajón, pero no quedaba. Caminando lentamente se dirigió a la cocina a tomar el vaso de leche del día y decidió guardar el pan para la noche, siempre quedaba con hambre.
Con una rabia que se acrecentaba vio a su vecina subirse a su regalo de cumpleaños, un auto cero kilómetros. Al subirse a la micro que ya necesitaba cambiarse se encontró con Javier esperándola en el tercer asiento a mano izquierda, nada fuera de lo común. Se sentó y comenzaron a hablar sobre qué nueva receta habían descubierto para cocinar arroz. Mientras la micro comenzaba a acelerar y vibrar su contorno empezó a doblarse peligrosamente, mientras los hombres comenzaban a rodearla susurrándole cuánto deseaban tenerla en su cama esta noche y las mujeres cuántos deseos tenían de clavarles una estaca en su vientre, al unísono que Javier loa empezaba a envolver en un humo sofocante que concretaba las palabras en un verbo próximo a cumplirse. La noche llegó en el autobús.


Se despertó un día como cualquier otro. Su mamá susurrándole, la lámpara en su rostro y estaba lloviendo, tal cual hace un año, a la misma fecha y a la misma hora.
Ágilmente se dirigió al baño de su pieza donde desde hacía quince minutos se estaba calentando, el agua estaba a temperatura justa y Beatriz la esperaba para desvestirla, quitarle las lagañas, bañarla y vestirla. Se dirigió tras ello a la cocina donde le esperaba un desayuno deseable por muchos y gozado por pocos. Se subió a la limosina que la llevaría a la escuela.
Poco luego de subirse notó algo extraño en el trayecto: habían doblado a la izquierda en vez de la derecha aunque un minuto más tarde se rectificó. El camino se prolongó quince minutos, veinte, treinta y la vejez comenzó a hablarle a través de la ventana. Por la derecha se sentó un viejo buen mozo, imposible de resistir y, sin saber cómo, se encontró súbitamente recostada en su cama nuevamente con la vejez sentada a su lado y dándole el besito de buenas noches.

Se despertó un día como cualquier otro. Su mamá gritándole, la lámpara en el rostro y el día estaba nublado, tal cual hace un año, a la misma fecha y a la misma hora.

jueves, marzo 08, 2007

La Rueda de la Revolución Sometida

Este es un ensayo que escribimos con Miguel y Matías hace un buen tiempo ya para Leer, Pensar y Hablar. Nos fue bastante bien. Lean y opinen ^^


“Toda historia no es otra cosa que una infinita
catástrofe de la cual intentamos salir lo mejor posible”

Italo Calvino


La Historia de América es la historia de quien se somete. O más bien, de quien se ve obligado al sometimiento. Y si bien la Literatura no es nunca la primera fuente para el conocimiento histórico, sí resulta un referente iluminador en cuanto expresión propia de las culturas respecto de lo que son y lo que hacen. Bajo esa perspectiva, la novela de Alejo Carpentier “El Reino de este Mundo” ilustra una visión particularmente acertada sobre la manera en que se constituye la Historia de nuestro continente. Por tanto, a través de la novela, daremos nuestro particular juicio acerca de la naturaleza de la Historia (americana y universal) y la revolución como proceso histórico, cíclico y ‘continuo’.

Antes de proseguir con cualquier análisis relativo al libro, es imperativo familiarizarnos con los marcos históricos relacionados con el mismo: en qué época se dan los hechos y en cuál se escriben. En primera instancia, la novela nos lleva al Haití entre los siglos XVIII y XIX, plena época de Revoluciones y procesos independentistas americanos. Estados Unidos, Francia, Argentina, Colombia, Venezuela y Chile son todos países que enfrentan tiempos de agitación política (mayor o menor según sea el caso), que los llevan, en definitiva, a cambios que van desde emancipaciones radicales o deposiciones de gobernantes a reformas más tibias y señales tímidas de independencia.

Por otra parte, el contexto en que Carpentier escribe “El Reino de este Mundo” es el de la descolonización posterior a la II Guerra Mundial. Los países de Asia y África (y América en menor medida) atravesaban por duras luchas apuntadas a terminar con el dominio de las potencias europeas en la zona. Casos como la India, el Congo, Egipto, Argelia, Vietnam o Camboya dan una muestra clara de las diferentes maneras en que se abordó esta ‘segunda emancipación’ a nivel mundial (yendo desde la no violencia hasta la instauración de socialismos de Estado unipartidistas).

Ambos casos dan muestras del fracaso que tiene, a fin de cuentas, el proceso revolucionario. Por una parte, el siglo XIX fue un siglo que crecientemente favoreció a la aristocracia y la oligarquía, sin un beneficio real para la masa que se reclutó y participó de la Independencia. Los ideales de Libertad y Democracia se dieron en un plano reducido para la clase dirigente, y no para el pueblo, como se suponía que debería haber sido. Volviendo al siglo XX, todos los nuevos Estados nacionales que se desvinculan de las potencias coloniales se ven envueltos en la desorganización posterior a la emancipación; asimismo, se ven forzados (más o menos explícitamente) a elegir uno de los dos bloques en pugna durante la Guerra Fría. A pesar de haberse conformado en el Movimiento de los No Alineados, cada país adoptó posturas que favorecieron a EE UU o a la URSS.

De esta forma volvemos a una de nuestras ideas principales: la revolución es un proceso que se muestra incapaz de lograr en la realidad los propósitos fijados por sus ideólogos. Su aplicación deviene, eventualmente, en un tipo diferente de status quo; la vida cotidiana no se ve mayormente alterada. Lo anterior tiene que ver, principalmente con la condición falible y corruptible del ser humano. Paralelamente, constatamos que (particularmente en América) nos vemos relegados a aceptar un dominio ‘extranjero’, una fuerza que logra influir inevitablemente en nuestro diario actuar y en nuestro devenir histórico.

Ya claro esto, podemos hacer una aplicación de estas ideas a los hechos presentes en la novela, distinguiendo primero el proceso que en ella ocurre y después el ideario que podemos recoger a partir de lo que sucede en el libro.

Considerémosle desde dos perspectivas: la de Ti Noel, su protagonista, y la de la doble revolución presente en el pueblo de Haití.

Carpentier nos muestra un personaje enfrentado a los llamados de su tiempo. Se mueve, oscila, atraviesa los sucesos de su comunidad más como un espectador (tal como es el autor en el proceso de escribir la novela, como nosotros los lectores) de la historia, que como protagonista determinante de la misma. Si nos imaginásemos la historia como un tren, él es tan prescindible como uno de los miles de pedazos de carbón que hacen mover esta gran locomotora. Entonces ¿quién es finalmente la caldera de esta máquina? En primera instancia se puede mencionar a Mackandal, mandinga que ha podido desarrollar la capacidad de transformarse en distintas bestias salvajes para escabullirse de sus perseguidores.

Pero pensémoslo desde otro punto de vista; Mackandal es tan sólo el agitador de un movimiento que implica y requiere irrevocablemente del colectivo y de la conjugación de voluntades hacia un fin (el bien común, la felicidad, la revolución, la democracia, el comunismo, la salvación, etcétera). De esto se sigue que a pesar que Ti Noel no sea un elemento crucial en el acontecer de la historia, ni Mackandal tampoco lo sea, sus esfuerzos como miembros de un todo (comunidad de esclavos) es vital no tanto para el triunfo, sino para la misma existencia de la revolución.

A pesar de lo obvio que nos puede resultar la asociación de una de nuestras propuestas - la idea de la historia de América es la historia de los sometidos - y la condición de esclavo de Ti Noel, nos parece necesario profundizar acerca de este hecho.

Haciendo un recorrido breve por los hechos de la novela constatamos los siguientes puntos:
En primer lugar reflejada a través de figura de Lenormand de Mezy (su dueño), quien en la muestra más típica y menos atractiva nos empieza a introducir en la siempre existente forma de dominación ajena. Trasladando esto a una situación posterior en el relato percibimos nuevamente el sometimiento de Ti Noel, ya no por una raza distinta sino por uno de su misma comunidad, Henri Christophe. Finalmente, luego de pensar que el protagonista había alcanzado la liberación última, ha de caer a la primitiva y más básica forma de subyugación; esta vez no son los actos humanos los que ejercen influencia sobre Ti Noel, termina tras todo lo anterior dominado por el infinitamente superior peso de la historia de los gansos.


Entonces la tesis no se equivoca, el hombre deberá resistir el peso del poder y por tanto el peso de su tradición. De esta manera todo acabará en sometimiento, pues si nuestro género con siglos y siglos de evolución no ha podido enfrentarse ni al juramento de la libertad de un ganso, es claro que poco o nada hemos logrado en este ‘avance’.


Ahora pasemos al segundo punto a discutirse: la doble revolución haitiana. La primera, del esclavo contra el hombre blanco, y la segunda, la del hombre negro contra su propia raza.

Podemos afirmar que el hecho desencadenante de esta enorme batahola ideológica fue la mismísima revolución de Francia y la llegada a la isla de dichas noticias imbuidas de los ideales de Liberté, Egalité et Fraternité. Esto despertó en los esclavos, con más entusiasmo que conocimiento, la necesidad del alzamiento frente a años de sumisión.

Y así comienza este ir y venir de situaciones que por el salvajismo de una raza oprimida y por la ignorancia de esta misma se transforma innegablemente en un suceso de inusitada violencia y de un generoso derramamiento de sangre. Entonces, la pregunta es ¿aquella será la verdadera manifestación del hombre libre? ¿Es el sometimiento la única forma de contrarrestar la vorágine de esta agresividad? ¿Se alcanzará en algún tiempo lejano la verdadera aplicación de una libertad más llevadera socialmente?

Lo cierto que tras la primera revolución nos queda un gusto bastante amargo de lo que pueda acontecer más adelante. Entonces tras una pausa en Cuba constatamos la llegada de la segunda forma de sometimiento, confirmándose nuevamente lo que hemos postulado respecto a esto: ni el hombre ni el pueblo pueden escapar de la subordinación ajena. Como dijimos, ésta proviene de su propia raza y no difiere de la anterior en mucho. Será porque la dominación no es cuestión de estirpes, más bien del hecho mismo de ser humano. La naturaleza del ente humano contiene, lo quiera uno o no, una sed de poder in natura; si existe la posibilidad la duda de si tomarla o no, podría quedar reducida a prácticamente nada, independiente de cualquier principio o lealtad existente.

Se reinician los enfrentamientos. Ahora es la misma sangre la que corre en ambos bandos. Pero ya es predecible lo que acontecerá: nada nuevo, se repetirá la historia una y mil veces.

De esta forma queda eventualmente demostrado el carácter cíclico y continuo de la revolución. Esta revolución que no hace más que perseguir un sueño tan antiguo como la civilización misma y que ha sido y seguirá siempre relegando a un grupo de personas por la complacencia de un ente humano o abstracto más poderoso que nuestra voluntad. Así seguiremos enfrentándonos perpetuamente a nuestras quimeras de libertad, haciéndonos crear utopías, sistemas políticos y económicos, con sus consiguientes revoluciones para lograr instaurarlos y ser paradójicamente esclavizados por ellos mismos. En conclusión, querámoslo o no, nos enfrascaremos en las mismas añoranzas y realizaremos los mismos alzamientos que nuestros antepasados, pero todo será parte del giro constante de la misma rueda: la Historia.

Es necesario clarificar que diferimos totalmente con aquella visión hegeliana de la historia encaminada inevitablemente hacia el Progreso, hacia la Síntesis del Espíritu. De qué síntesis se les puede hablar a los esclavos haitianos si continúan siendo esclavizados por la gente de su propio pueblo. En el perpetuo embaucamiento es que vive el ser americano. En definitiva, y como lo planteó Octavio Paz, somos ‘hijos de la chingada’. Y por consiguiente, acá en América, lo que sea que hagamos se chinga. Se chingó la Colonia, se chingó la Independencia y se chingó la Revolución.

miércoles, agosto 02, 2006

Dirección San Pablo


Bajó las escaleras apresurado con la certeza de que algo bueno iba a pasar. Los andenes estaban llenos, el aire viciado y el metro se demoraba más de lo habitual; una extraña premonición. Llegó. Entró. Se quedo parado mirando al vació, el reflejo del vidrio le produjo una extraña simpatía: tras todos los rostros de cansancio, estrés, desesperanza y un cierto grito de auxilio, se rescataba desde lo hondo una pequeña sonrisa, cara serena, piel tersa, clara y unos ojos profundos que prometían, que prometían el Todo, la Nada y la Muerte. Se dio vuelta, sus ojos quedaron fijos, observándose unos a otros por un tiempo eterno y miserable, pasando su vida completa, con ella, en ellos. El metro empezó a detenerse. Se abrieron las puertas. Se bajó. Nunca más se vieron.